"La lluvia que nunca paró". Nicolás Lestard


Una mañana al despertar de un sueño agitado, Nicolás Lestard se encontró convertido en una nube. Era una más, entre otras miles, no hay diferencias entre ellas, nadie mira mal a nadie, no juzgan al otro por su forma o su color, simplemente son todos iguales bajo el mismo cielo. Se levantó alrededor de un ambiente de paz, un silencio envidiable. Se iba moviendo lentamente, junto con otras nubes. No saben hacia donde, solo se mueven. Al mirar para abajo encuentra de todo. Avenidas repletas de autos que no paran de hacer ruido, parques vacíos, Shoppings con gente en constante movimiento, calles solitarias y toda una ciudad por delante. El sol todavía está apuntando hacia el, abajo los rayos se asomam y luego se esconden justo detrás.
A pesar de estar muy lejos de su casa, donde durmió, donde era una persona por última vez y de estar para lo que él fueron días. Escuchaba lo que pasaba en su cuarto. Escuchó la alarma de todos los días que sonaba a las 6:00 am, y escuchaba a su hermano que le tocaba la puerta
-”¡Nico!. Levántate… No puedo pasar, dejaste trabada la puerta. ¡Dale salame!”.
Pero lógicamente, no podía hablar, solo tenía el lujo de escuchar. En ese instante la agarró un miedo inexplicable. Una sensación de euforia. Cuando se quiso dar cuenta, estaba gris como el asfalto. Su mayor preocupación era que pensaran que estaba muerto, o que de una forma mística, su cuerpo no esté donde ellos me vieron por última vez. No sabía que era peor. Mientras se seguía moviendo, pensaba en soluciones. Pensaba en soluciones mientras escuchaba a su madre hacer el café y armarse el cigarrillo de todas las mañanas. Intentó con todas las fuerzas, físicas y psíquicas.
Al rato, mientras trataba de arreglar para lo que él era un gran problema, lo que antes era una simple nube gris, se convirtió en una máquina de rayos y truenos. No se callaba y era imposible callarla. Ésto lo alteró más, porque a pesar largar sus malas energías, se iban reproduciendo otras. Una lluvia que nunca paró
Pero veía al horizonte, como se desvanecen las nubes. Cómo van desapareciendo una por una. El temor era mayor ahora. “¿Que hago?” “¿Que me va a pasar?”. Y en un fuerte viento sureño que le dio velocidad, la hizo desvanecer. Desde ese momento, nadie sabe nada de él.

Nicolás Lestard

Comentarios

  1. Partís de una idea ingeniosa que merece más elaboración del discurso para que se luzca como merece. Resulta caótico el uso de los tiempos verbales y confunden ciertas afirmaciones que no se entienden como "Su mayor preocupación era que pensaran que estaba muerto, o que de una forma mística, su cuerpo no esté donde ellos me vieron por última vez." (intromisión incoherente de la primera persona) o " Intentó con todas las fuerzas, físicas y psíquicas." No cierra "una lluvia que nunca paró". NOTA: 6+

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Diario de lectura de La pregunta de sus ojos-Guido Costa

Diario de lectura de "La casa de los conejos" por Leila Mayer

DIARIO DE LECTURA "RABIA" SERGIO BIZZIO (Nicolás Lestard)