"La metamorfosis" Brenda De Marco
Una mañana al despertar de un
sueño agitado, Brenda De Marco se encontró en su cama convertida en el conejo
que sus abuelos solían traer dos semanas antes de noche buena, el ritual constaba
en alimentarlo, matarlo y alimentarnos, mire el calendario recordando que ayer,
el 23, debía haber llevado la ropa la tintorería,
pegue mi mayor salto y con todas mis fuerzas intente abrir el cajón, pero no lo
logre.
Me senté y comencé a pensar de qué
forma podría salir de esa cárcel de cristal para poder llevar mi ropa
finalmente a la tintorería, cuando finalmente me decidí por empujar la jaula
hacia el borde de la mesita de madera. Agarre con mi boca la bolsa de ropa e
intente saltar hacia el picaporte de la puerta para poder llevarla. Otra vez,
falle. Luego de unos minutos nada se me ocurría, de todos modos no lavarían la
ropa en una bolsa entregada por un conejo.
Me puse a estudiar matemática, ya
que, como todos los años, tenía que rendirla para pasar de año. Me puse a leer
de un libro medio abierto tirado en mi escritorio, pero lo que realmente me
preocupaba era ¿Cómo iba a hacer para realizar las compras navideñas si no podía
abrir el picaporte? Escuche como mi abuelo encendía la parrilla, vi el reloj y
pude ver cómo eran las ocho de la noche, trate de estudiar todo lo que me
quedaba, y lo empecé a repetir en mi mente por alguna razón, aunque ya me la
sabia “menos b más menos raíz de b al cuadrado menos cuatro por a por c dividido
dos por a” ciento cuarenta y dos veces en total, hasta que escuche unos pasos dirigiéndose
hacia mi cuarto y logre ver a mi abuela arriendo la puerta expresando enojo al
encontrarse con la bolsa de ropa, los cristales rotos y el libro tirado. Grito mi
nombre dos veces y al no encontrarme, se fue de la habitación, al cabo de
treinta y cuatro minutos mi abuelo grito que el fuego ya estaba listo. Mi abuela
vino y me levanto. En ese momento supe que ya no podía evadirlo más, iba a
morir en no tengo idea cuantos minutos. Mi abuela me entrego a mi abuelo, justo
como los doctores a mis padres en el momento en el que nací, y mi abuelo me metió
en la parrilla, cerrándola, sin que yo ya pueda hacer un movimiento alguno.
Lugo me desperté, feliz de que
todo había sido solo un sueño.
“Los
sueños son solo manifestaciones del inconsciente” Sigmund Freud
Si bien hay pasajes interesantes, resulta incoherente el cambio de narrador de tercera a primera persona. También, el poner al conejo, vivo, en la parrilla. Además, la resolución por un sueño anula la consigna dada y el tema que se está evaluando.
ResponderEliminarRever tiempos verbales, repeticiones, puntuación, construcción de párrafos.
NOTA:5