"La metamorfosis" Florencia Masciotra Brea
En el amanecer del lunes 23 de septiembre dormía en mi cuarto con la ventana sin persiana y con cortina transparentes de color rosa; así cuando la luz del Sol me iluminaba yo me despertaba para comenzar la rutina de la semana.
Ese día recuerdo que cuando el rayo de Sol me iluminó, yo no podía mover mis piernas, no tenía pies, mis brazos eran hojas verdes brillantes y mi cuerpo era un tallo largo verdoso. Giré mi cabeza para verme en el espejo que estaba en mi mesa de luz y lo que ví fué una margarita que en su parte amarilla tenía mis ojos. Noo, no podía ser!!!... me había convertido en una flor!...
Cuando mi madre entró a mi cuarto para despertarme no me reconoció y comenzó a llamarme y buscarme por toda la casa. Todos mis esfuerzos para hablarle fueron inútiles porque nunca pudo escucharme ni reconocerme. Es más, incluso me agarró y me llevó a cocina y me puso dentro de un jarrón con agua. Que desesperación!.. yo gritaba y nada... parecía que solo yo escuchaba mi voz y nadie en la familia podía ver mis ojos...
Desde ese momento entendí que eran mis últimos días de vida, que iría marchitandome de a poco en ese florero en el centro de la mesa. Pero comencé a disfrutar esos pocos días que me quedaban con mi familia. Observaba los sufrimientos por mi perdida, y los recuerdos que flotaban en el aire. Fué una gran despedida, los amé profundamente...
Florencia Masciotra Brea
Ese día recuerdo que cuando el rayo de Sol me iluminó, yo no podía mover mis piernas, no tenía pies, mis brazos eran hojas verdes brillantes y mi cuerpo era un tallo largo verdoso. Giré mi cabeza para verme en el espejo que estaba en mi mesa de luz y lo que ví fué una margarita que en su parte amarilla tenía mis ojos. Noo, no podía ser!!!... me había convertido en una flor!...
Cuando mi madre entró a mi cuarto para despertarme no me reconoció y comenzó a llamarme y buscarme por toda la casa. Todos mis esfuerzos para hablarle fueron inútiles porque nunca pudo escucharme ni reconocerme. Es más, incluso me agarró y me llevó a cocina y me puso dentro de un jarrón con agua. Que desesperación!.. yo gritaba y nada... parecía que solo yo escuchaba mi voz y nadie en la familia podía ver mis ojos...
Desde ese momento entendí que eran mis últimos días de vida, que iría marchitandome de a poco en ese florero en el centro de la mesa. Pero comencé a disfrutar esos pocos días que me quedaban con mi familia. Observaba los sufrimientos por mi perdida, y los recuerdos que flotaban en el aire. Fué una gran despedida, los amé profundamente...
Florencia Masciotra Brea
Escribís un texto correcto, aunque queda pendiente la elaboración estética del lenguaje.
ResponderEliminarNo se entiende porqué alterás la consigna, ya que debía iniciar con el comienzo dado. Esto implicaba que no se narrara en primera persona. NOTA: 7