"Me voy" Ana Calcaterra

Era Junio y las gotas de la lluvia golpeaban mi ventana. Sólo se escuchaba el ruido del viento y el de los molestos pensamientos en mi cabeza.
Tapada con una frazada raída, tomando mi matecocido, estresada y angustiada pensaba qué era lo que me estaba pasando. ¿por qué no era feliz?
Capaz lo que sentía era causa de la monotonía de mi vida o quizás sólo eran esos momentos de duda existencial que nos agarra en alguna etapa de nuestra vida.
Hace tiempo que me sentía así. No me pasaba nada relevante, hasta esa noche.
Estaba sentada en mi cama intentando estudiar y frustrada porque mi cabeza no retenía nada, hasta que empecé a escuchar una voz de mujer susurrando mi nombre. Comencé a temblar, se me puso la piel de gallina, entré en pánico. Mi corazón latía cada vez más rápido a medida que sentía cómo se acercaba la misteriosa voz. Yo estaba sola en mi casa, o eso creía.
Fue entonces cuando una señora mayor de edad entró a mi habitación. Tenía un rostro inocente que me hacía acordar al hada madrina de la Cenicienta. Su mirada me era familiar y transmitía calidez, aunque eso no lograba que mi temor se desvanezca.
Grité asustada “¿QUIÉN SOS? ¿QUÉ HACES ACÁ? ¡ANDATE!”.
Ella sólo me miró con sus ojos llenos de amor. Me desmoroné y comenzaron a caerme las lágrimas cuando sentí la presencia de mi fallecida madre en esa mirada, emitiendo paz.
Acto seguido la mujer se desintegró, se desvaneció, se evaporó y se fue como humo.
Perdida y triste me puse una vieja remera de mi papá, me acosté e intenté tranquilizarme pensando o haciéndome creer que lo que había ocurrido fue producto del agobio y estrés que tenía.
Claramente no pude pegar un ojo en toda la noche imaginando qué habrá significado eso que había vivido hace solo unos minutos.
A eso de las tres de la mañana, de tanto pensar terminé llegando a una conclusión de por qué sucedió eso y entendí el mensaje de mamá.
Lo único que pude hacer fue una carta que decía:
“Hola papá, me voy.
Me atormenta pensar que ya no voy a poder sentir ese dolor en la panza de tanto reír con mis amigas, o el odio que sentía cada vez que no me dejabas salir a tomar algo, o no poder llegar del colegio y decirte cómo me fue. Me tortura el saber que no te voy a ver más.
Yo creo que, si la vida no está para ser feliz, no sirve de nada quedarse. Seguro eso también fue lo que mamá pensó antes de hacer lo que hizo y yo voy a seguir sus pasos.
No está bueno vivir pensando que sos una basura y que no tenes ningún rol importante en esta vida.
Mañana cuando yo no despierte y vos estés leyendo esto no quiero que llores, quiero que estés bien porque yo voy a ser feliz acá con mamá y sé que, quizás no pronto, pero nos vamos a volver a ver.
Te amo.”
A la semana siguiente mi papá decidió apoyarnos en esta decisión.
Seguramente todos piensen que somos una familia de trastornados, pero hoy los tres estamos bien y juntos. Alejados de esa sociedad horrible y esa vida espantosa.
Hoy sí somos felices.

Comentarios

  1. Ana: Si bien se reconoce una idea central que funciona como hilo conductor, la narración no construye una lógica que sustente los hechos, tanto si la protagonista alucina como si recibe esa visita fantasmal. Además, llega a una resolución increíble: la narradora cuenta aun después de muerta en una vida futura junto a sus padres.
    Resulta contradictorio el motivo que la lleva al suicidio con el repaso de su vida, pues no hay nada que justifique semejante decisión.
    Rever conceptos como artificio y uso connotativo del lenguaje.
    Errores en puntuación, párrafos, conectores, vocabulario.
    Al editar, los párrafos deben alinearse con la herramienta "justificar".

    NOTA: 5

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  2. Repensar el título: anticipa innecesariamente el desenlace.

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