"La gran manzana" Nicolas Lestard

Todo se desmoronó. Adentro suyo, tuvo una explosión. Y lo primero que se puso a pensar es “¿Cómo puede ser que uno se despierte pensando que va a ser un día normal como cualquier otro, y este signifique el fin de mi felicidad”?. Después pensaba que exageraba, que solo eran las hormonas y su edad. Al fin al cabo de dar veinte vueltas en su cabeza llegó a la conclusión de que veía una salida.
Se levantó a la mañana, y todo estaba monótono. Todo estaba igual, desde su ventana costaba identificar el edificio y el cielo. Se levantó y estaba su familia desayunando.
-Buen día gente. Decía con voz de dormida
-Buenos días querida. Le respondía la madre mientras terminaba su café.
-¿Papá y Agustín?. Preguntaba por curiosidad.
-Se fueron a hacer unos trámites, volverán cerca del mediodía, no creo que llegues a verlos para cuando vayas al colegio.
Ella desayunó tranquila mientras miraba su celular y preguntaba a sus compañeros si había alguna tarea que entregar. Cómo todos los días. Luego de cumplir con la rutina pre-colegio, agarró su mochila y se fue.
Estaba gris, lo que veía y a donde veía era gris. Todo insulso, todo y todos grises. Las caras, las megas construcciones que tocan el cielo, las calles. Y tampoco podía decir que los árboles le daban vida a ese entorno porque se adaptaron al “estilo” que tenía la ciudad, vacía. “Que color mediocre. No llegas a ningún lado, es estar en la nada. Es más la gente dice que todo es muy negro o blanco y que a veces hay que ver los grises. Pero hacen al revés. Solo ven el gris y las puntas las ignoran porque no se animan a ni siquiera mirarlas un segundo…”. Eso pensaba mientras iba al colegio.
-¡Buenas tardes!. Decía con cierta alegría mientras entraba a su aula y veía a sus compañeros sentados esperando al profesor, en completo silencio. A pesar de eso, se sentó a donde siempre ella y su grupo de amigos.
Tocó el timbre que abre el inicio de clases y estaban todos en el aula pero sus amigos no. Agarró el celular para hablarles y preguntarles si tenían planeado entrar al colegio o si se iban a “ratear”. No tuvo señales de vida.
Pasó el primer módulo y sonó el timbre del recreo. Nadie hablaba con nadie. Todos en silencio, cómo si estuviéramos en un cementerio enterrando a una persona importante de las que tanto la sociedad adora. Pero por lo que había visto en la televisión y las redes no había fallecido nadie y tampoco era una fecha importante, y si lo fuese sería feriado. Así que no tenía sentido.
Sonó el timbre y todos salían en silencio, sonrientes, pero en silencio. No había comunicación humana por ningún lugar.
Fue hasta la esquina, agarro su celular para ponerse música y caminar hasta su casa después de un día, a su juicio, extraño. Pero fue imposible, no funcionaba de repente. -¡Se mojó todo! Dios deja de mear y aguántate hasta que llegue a mi casa. ¿Habrán entrado gotas de agua a la batería?. Se preguntaba.
Al fin y al cabo tuvo que volver con el ruido del horrible color gris que tanto odiaba. Pero al llegar a su casa, observó que también en su casa nadie hablaba con nadie. Todos en silencio.
-¿Hola? ¿Alguno sería tan amable de contestarme? Habrán hecho una broma ¿Eh? Que graciosos, pero termínenla acá. ¡Me estresan!. Exclamaba con mucho odio. Y la única respuesta que recibía era una mirada fija de su madre.
-¿Saben que? Se pueden ir todos a la mierda, son insoportables. Y se encerró en su cuarto. Allí dentro, no se paró de preguntar que pasaba, que le pasaba al mundo. En el colegio nadie hablaba, en la calle aunque sea habitual más de lo normal y en mi casa el mismo síntoma. ¿Estaré loca? ¿Estoy alucinando? ¿Qué me pasa? ¿Es un sueño?. Es una tortura esto, ¡paren todo! Gritó al viento.

Luego de un rato largo se dignó a salir de su cuarto, y todo seguía igual. En silencio. Al ver que no cambiaba nada, decidió agarrar sus cosas e irse, a donde sea, pero a donde haya comunicación. Corrió por todo el barrio, por todas las calles existentes. Hasta que encontró un árbol, una manzana y una escalera. No podía dejar de verla, el contacto visual era inevitable. Estaba vacío por dentro, lo único que le quedaba rompía con el gris y los colores horribles que la rodeaban. En ese instante, algo la movió. Sintió que era su mejor amigo, alguien que estuvo toda su vida y que la quería al igual que uno quiere a su madre. Una vez que pasó el contacto visual y se le sumó el contacto físico, se transformó y pasó a ser otra la vida. Todo se coloreó de repente, se convirtió en una pluma que cae y no para de caer. Rompió con la máquina que tanto la torturaba.
La vuelta a su territorio fue totalmente distinta, veía un mundo diferente, todo era nuevo y desconocido, extranjera en su propio mundo. Pero todo lo que tenia vida y razonaba era gris, porque en ellos faltaba encontrar esa manzana, encontrar su manzana.

Comentarios

  1. Nicolás: construís un personaje atractivo como hilo conductor de una historia en la que pasa muy poco y se lo exagera demasiado. Si la intención era mostrar el entorno tal como lo percibe ella, falla el decir porque la expresión se enreda en detalles innecesarios y explicaciones superficiales que sofocan las acciones y los motivos que las mueven. El encuentro con la manzana y el cambio brusco en las emociones del personaje no son creíbles.
    ¿Reescribirías este cuento con la mitad, o menos, de palabras?
    Rever puntuación, construcción de algunas oraciones, repeticiones, concordancia y uso de conectores lógicos.

    NOTA: 6

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