"Hacia el futuro"-Sofía Schultheis Visconti


                                                                       HACIA EL FUTURO  
 

 
Todos los niños esperan con impaciencia la hora de salida de la escuela, más aún cuando se trata del último día de clases. Eso es lo que le sentía Martín, un niño de nueve años, que no paraba de mirar el reloj en la pared hasta que éste dé la hora de salida, y con ello las despedidas de los maestros, unos con gran entusiasmo y nostalgia se despedían de sus alumnos, mientras que para otros fue como cualquier otro día. A Martín esto no le distraía, ya que tenía planeadas casi todas sus vacaciones; primero estaba la playa con sus padres, luego en la casa de su tío Memo, al que tanto quería, sobre todo porque le dejaba jugar hasta muy tarde con su primo Marcelo que era más o menos de su edad. En fin, todo sería juego y diversión en sus vacaciones.
El día de clases terminó, Martín y sus compañeros se despidieron antes de tomar el transporte escolar que lo llevaría de regreso a su casa. En el camino solo podía pensar en lo grandiosas que serían sus vacaciones. Para Martín y los demás, todo parecía normal en el recorrido, hasta que de pronto el cielo se empezó a oscurecer más y más; todos los niños empezaron a gritar con desesperación, el conductor se detuvo hasta entender que es lo que sucedía, cuando de pronto un enorme sonido se escuchó sobre sus cabezas, era una gigantesca nave espacial, que sobrevolaba sobre el micro. Todos, incluido Martín pensaron de inmediato en los extraterrestres, cosa que no estaba ni siquiera cerca. La nave al final se detuvo en la carretera justo al frente de ellos.
Para ese momento ya la oscuridad se había disipado, los niños y el conductor salieron lentamente del vehículo a mirar más de cerca el enorme artefacto. Tenía la forma de una bandeja más bien redonda, con destellos plateados en sus esquinas. Sorpresivamente salió del centro de la nave, una especie de rampa o escalera que llegó al piso y una enorme puerta dejo entrar la luz. Empezaron a salir tres personas, eran como ellos, pero vestían de una manera un tanto extraña, con enormes vestidos de color azul marino y con cuellos blancos que cubrían perfectamente su cuello.
Estos personajes caminaron hasta los niños y conductor que se encontraban al frente, preguntaron cuál de ellos se llamaba Martín. Todos de inmediato miraron a Martín con asombro, y Martín que no comprendía nada en ese momento, respondió aún más asombrado –Soy yo. Los tres individuos se le acercaron e inmediatamente lo invitan para que los acompañen. Nadie salía del asombro.
Martín accedió a acompañarlos. Subieron los cuatro a la nave y se marcharon enseguida.
Martín se encontraba dentro de la nave, miró a su alrededor y encontró todo muy familiar, como si se tratara de una casa moderna, de esas que uno veía en alguna revista futurista de ciencia ficción. Las personas que lo habían hecho subir a la nave, empezaron a explicar a Martín, que ellos eran personas como él o como cualquier otro que el recordara, la diferencia, es que ellos venían del futuro, del Dos Mil Quinientos Veinte, para ser más exactos. Ellos también le explicaron, que la única razón para llevarlo con ellos, era la supervivencia de la humanidad, nada menos, ya que él poseía, a pesar de ser un niño, el conocimiento y la creatividad que los de su época ya habían perdido. Estos conocimientos, no eran más que los de cualquier otro niño de su época, los cuales consistían en jugar, en divertirse con cualquier cosa, amar la naturaleza, querer a los demás, apreciar el arte, etc. Todos en ese futuro no tenían ya estas cualidades, Martín les enseñaría nuevamente una manera para volver a ser niños, y enseñar a los suyos como comportarse desde su nacimiento.
El tiempo pasó y Martín se convirtió en el ser humano capaz de salvar a la humanidad, de la manera menos sospechada. Así Martín viajó al futuro para que nuestro presente perdure en él.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
                   
                                            
 

 

                                            

Todos los niños esperan con impaciencia la hora de salida de la escuela, más aún cuando se trata del último día de clases. Eso es lo que le sentía Martín, un niño de nueve años, que no paraba de mirar el reloj en la pared hasta que éste dé la hora de salida, y con ello las despedidas de los maestros, unos con gran entusiasmo y nostalgia se despedían de sus alumnos, mientras que para otros fue como cualquier otro día. A Martín esto no le distraía, ya que tenía planeadas casi todas sus vacaciones; primero estaba la playa con sus padres, luego en la casa de su tío Memo, al que tanto quería, sobre todo porque le dejaba jugar hasta muy tarde con su primo Marcelo que era más o menos de su edad. En fin, todo sería juego y diversión en sus vacaciones.

El día de clases terminó, Martín y sus compañeros se despidieron antes de tomar el transporte escolar que lo llevaría de regreso a su casa. En el camino solo podía pensar en lo grandiosas que serían sus vacaciones. Para Martín y los demás, todo parecía normal en el recorrido, hasta que de pronto el cielo se empezó a oscurecer más y más; todos los niños empezaron a gritar con desesperación, el conductor se detuvo hasta entender que es lo que sucedía, cuando de pronto un enorme sonido se escuchó sobre sus cabezas, era una gigantesca nave espacial, que sobrevolaba sobre el micro. Todos, incluido Martín pensaron de inmediato en los extraterrestres, cosa que no estaba ni siquiera cerca. La nave al final se detuvo en la carretera justo al frente de ellos.

Para ese momento ya la oscuridad se había disipado, los niños y el conductor salieron lentamente del vehículo a mirar más de cerca el enorme artefacto. Tenía la forma de una bandeja más bien redonda, con destellos plateados en sus esquinas. Sorpresivamente salió del centro de la nave, una especie de rampa o escalera que llegó al piso y una enorme puerta dejo entrar la luz. Empezaron a salir tres personas, eran como ellos, pero vestían de una manera un tanto extraña, con enormes vestidos de color azul marino y con cuellos blancos que cubrían perfectamente su cuello.
Estos personajes caminaron hasta los niños y conductor que se encontraban al frente, preguntaron cuál de ellos se llamaba Martín. Todos de inmediato miraron a Martín con asombro, y Martín que no comprendía nada en ese momento, respondió aún más asombrado –Soy yo. Los tres individuos se le acercaron e inmediatamente lo invitan para que los acompañen. Nadie salía del asombro.
Martín accedió a acompañarlos. Subieron los cuatro a la nave y se marcharon enseguida.

Martín se encontraba dentro de la nave, miró a su alrededor y encontró todo muy familiar, como si se tratara de una casa moderna, de esas que uno veía en alguna revista futurista de ciencia ficción. Las personas que lo habían hecho subir a la nave, empezaron a explicar a Martín, que ellos eran personas como él o como cualquier otro que el recordara, la diferencia, es que ellos venían del futuro, del Dos Mil Quinientos Veinte, para ser más exactos. Ellos también le explicaron, que la única razón para llevarlo con ellos, era la supervivencia de la humanidad, nada menos, ya que él poseía, a pesar de ser un niño, el conocimiento y la creatividad que los de su época ya habían perdido. Estos conocimientos, no eran más que los de cualquier otro niño de su época, los cuales consistían en jugar, en divertirse con cualquier cosa, amar la naturaleza, querer a los demás, apreciar el arte, etc. Todos en ese futuro no tenían ya estas cualidades, Martín les enseñaría nuevamente una manera para volver a ser niños, y enseñar a los suyos como comportarse desde su nacimiento.

El tiempo pasó y Martín se convirtió en el ser humano capaz de salvar a la humanidad, de la manera menos sospechada. Así Martín viajó al futuro para que nuestro presente perdure en él.

Comentarios

  1. Sofía: Planteás una idea sencilla y clara, pero en la que los hechos resultan muy previsibles y se resuelven con una facilidad que resulta ingenua aun para el contexto en que se ubican: no hay nada en la construcción del personaje que lo señale como tan especial para ser el elegido; por esto el desenlace aparece como poco creíble, tanto como la naturalidad con que Martín abandona su vida. Tampoco, parece lógico que el futuro viaje al pasado. Además se da mucha información, incluso innecesaria: podría ser el inicio de clases y no cambiaría nada.
    Rever uso de tiempos verbales, repeticiones, puntuación.

    NOTA: 6,50

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