"La cazadora durmiente" Octavio Hermida
La
cazadora
durmiente
Era
un día como todos los demás en la vida de Diana, se despertó y empezó a
vestirse lenta y pesadamente, sin motivación u objetivos. Luego de terminar de
peinarse y lavarse fue a la cocina donde la esperaban sus pequeñas y diarias compañeras,
las puso en su vaso de agua y las acompaño con un par de tostadas con mermelada
y queso crema, no porque le gustara sino porque era lo primero que encontró.
Subió a la limusina que la esperaba en la entrada de su casa y el chofer la
llevo de su casa al instituto donde no la esperaba nada más que profesores que
no la entienden, compañeros que la ignoran y materias que no le interesan, pero
ella ya tomo la decisión de que si no pensaba en lo aburrido y absurdo que era
todo, no sufría el aburrimiento y no tenía que preocuparse por nada, así que
simplemente esperaba a que pasen las horas del día; 8 horas en el instituto, 1
hora de viaje hasta las clases de tenis que la inscribió el padre para
mantenerla ocupada, 3 horas de clase en donde no lograba ni quería aprender a
pegarle a la pelota, y el resto del día haciendo tarea en la casa para terminar
el día volviendo al lugar donde empezó todo.
Este lugar era sagrado para ella y
trataba de mantenerse aquí todo el tiempo posible. Acá ella podía hacer lo que
quiera sin la autorización de sus padres ni la de un médico, acá ella podía
volar, correr, reírse, llorar y demás cosas que sus compañeras no la dejan en
el resto del día. Este lugar es Diana, es su alma, la forma más pura y
verdadera de ella, lo que no puede mostrar a lo largo del día a día, pero
siempre lo tiene dentro. En este lugar ella se encuentra con muchas historias
de Diana, a veces se encuentra con una Diana famosa, otras con una Diana
pacifica que vive en el medio del bosque alejada de la sociedad, pero la que
más se repite y la que más le gusta es la Diana cazadora, con su corcel tordo,
su red y su lanza, viajando por tierra y por agua, por montañas y mares, por
ríos y praderas, hasta encontrar su presa, estas presas eran oscuras,
arremolinadas, turbulentas, muy difíciles de atrapar y si te descuidas te
atrapan y te envían de vuelta a la triste realidad, algunas tienen forma de
libros, otras de pelotas de tenis, pero todas le hacen recordar lo que pasara
si pierde el enfrentamiento. Por esto Diana cada noche trata de cazarlas para
no ser cazada por estas. Ella lucha noche tras noche contra estas
abominaciones, caza 3 o 4 pero siempre pierde la última batalla, ya sea porque se
encuentra dolorida de las anteriores confrontaciones o simplemente la atacan
por la espalda, pero siempre despertaba y volvía a esperar su próxima
oportunidad.
Por desgracia esta noche no fue
ninguno de estos casos, Diana estaba luchando contra uno de estos seres cuando la
despiertan abruptamente con unos gritos y con un calor que no estaba
acostumbrada a vivir o sentir, los gritos que escuchaba solo repetían una cosa,
su nombre. El hecho de que la única medida que basto para que sus padres
pronuncien su nombre sea tan catastrófico le dolió más que las ampollas que
empezaban a salirle en el cuerpo, pero estas no le molestaban, hasta el hecho
de sentir algo ten real y vívido después de tanto tiempo de somnolencia fue
agradable para Diana. Entonces se quedó ahí, en el calor, dejando de escuchar
los gritos y el chasquido de las maderas al quebrarse a su alrededor. Abrazo
sus rodillas contra el pecho como cuando estaba antes de llegar a este mundo y
volvió a su lugar preferido, volvió a cazar con su red y su lanza, pero esta
vez nunca perdió ni una sola batalla.
Octavio: planteás una idea sencilla y clara, bien hilvanada a medida que avanza; sin embargo, los hechos suceden y se resuelven sin que se entiendan del todo las motivaciones de la protagonista. Hay sobreentendidos sobre ella que impiden al lector sentir empatía y conmoverse con su drástica decisión final.
ResponderEliminarRever conectores, puntuación, construcción de algunas oraciones, el uso de la segunda persona.
NOTA: 7